

Es una de las pocas conductas que se pueden corregir, si el gato está bien socializado con otros gatos, incorporando a la casa otro gato de edad similar.
Existen algunas conductas del gato que son interpretadas por el propietario como agresivas constituyendo en realidad conductas de juego.
Aunque la intención de nuestra mascota sea buena, la agresión por juego puede acabar en diversas lesiones.
En general son los gatos jóvenes los que en la mayoría de los casos acaparan este tipo de conductas.
La conducta de juego se caracteriza por incluir secuencias motoras propias de la conducta depredadora (acecho, persecución, ataque y mordedura), que frecuentemente se dirigen a las manos y los tobillos, especialmente si están en movimiento.
A no ser que se fomente, la conducta tiende a desaparecer en el animal adulto.
El diagnóstico se basa en la edad, la postura del gato en el ataque y el blanco de la agresión que en general está en movimiento.
En el tratamiento es fundamental proporcionar y estimular el ejercicio suficientemente.
Los gatos jóvenes son en general muy activos y algunos propietarios tratan el problema de forma inversa, encerrándolos por ser malos.
Es importante evitar estimular ataques al dueño facilitando al gato juguetes que reboten.
Se debe evitar además el castigo físico como medio de corrección porque e probable que aparezcan otros problemas como el miedo o la agresión defensiva.
Es una de las pocas conductas que se pueden corregir, si el gato está bien socializado con otros gatos, incorporando a la casa otro gato de edad similar.
La prevención debe basarse en la socialización, el ejercicio y evitar el juego inapropiado.