

En la gran mayoría de los casos, las visitas al veterinario se convierten en toda una odisea. Los perros se ponen nerviosos, se estresan y a veces no quieren ni andar, por lo que terminamos obligándolos de malas maneras, acrecentando esa sensación de malestar en nuestra mascota. Es un momento que hay que pasar, por lo que es mejor para todos que el perro aprenda a tomárselo con mayor relajación.
Hacer que el perro llegue a portarse bien en su visita al veterinario puede ser difícil, pero hay métodos para que este paseo no sea tan traumático. Además, depende mucho del carácter del perro que se adapte bien a estas pautas o no, aunque con paciencia y tiempo se puede lograr.
Cuando lo llevamos varias veces al veterinario, creamos el miedo condicionado. Realizamos una serie de acciones que le van a indicar al perro que hay una visita a su médico, y esto nunca trae buenas experiencias. Es por eso que muchos de ellos parecen saber con antelación lo que les espera, evitando incluso salir del coche.
Para evitar este miedo, es importante que las primeras visitas al veterinario no supongan un trauma para ellos. En las primeras veces hay que familiarizarlo con la mesa, el personal, los olores y el espacio. Hay que estar con ellos en todo momento, y darles chucherías para que vean que tienen que comportarse bien.
También es importante que vayan relajados. Para ello, es mejor darles un buen paseo antes de ir, haciendo que descarguen energía. De esta forma, al llegar cansados ya no se pondrán tan nerviosos. Una vez vayan a atenderlo, puede que se requiera utilizar bozal. Si esto es así siempre, es mejor practicar en casa, para que no se estresen tanto con este artilugio que probablemente no conozcan.
Fuente: mundoperros.es