

¿El folclore tiene que ser una aberración moral? Para unos, “una aberración moral que debería estar perseguida con la cárcel”. Para otros, “un folclore de siglos de vida, que define nuestra cultura”, en España fue tradición y manifestación cultural quemar herejes y gatos.
El uso de animales en fiestas está regulado de una manera distinta en cada una de las 17 comunidades, el algunas peor que en otras.
"La ley más mala es la valenciana", explican en Anpba, la Asociación Nacional para la Protección y el Bienestar de los Animales. En Castilla y León, por ejemplo, están permitidos los festejos con más de 200 años de tradición.
En Cataluña y Madrid están prohibidos, en cambio, los toros de fuego y toros embolados. El País Vasco también ha impedido mediante decreto el maltrato de animales en los festejos. "Usar animales para divertirse es inmoral".
Alfonso Chillerón, presidente de Anpba defiende que los espectáculos con animales deberían estar prohibidos. Se les inflingen sufrimientos psicológicos y terribles malos tratos físicos.
La tradición no es un argumento válido para sustentar ningún festejo que utilice y maltrate animales porque también hoy es tradición la extirpación del clítoris a las niñas en África, y en España fue tradición y manifestación cultural quemar herejes y gatos.
Sin embargo, nadie en su sano juicio podría justificar tales barbaridades. Por tanto, aceptar la tradición sin cuestionar sus componentes crueles es lo mismo que negar el progreso de la cultura. La actual sociedad de ocio tiene un abanico tan grande de posibilidades que utilizar animales para poder divertirse sólo puede considerarse como una aberración ética y moral. Algunos ejemplos de las fiestas más populares, y más crueles…
1) El toro de la Vega.
Se celebra el segundo martes de septiembre en la localidad vallisoletana de Tordesillas. Es un tradición del siglo XV. El toro es perseguido en la vega del río Duero por lanceros a caballo que tienen que matarlo. Hasta hace unos años, el que lograba derribar al animal tenía derecho a cortarle los testículos, un final de fiesta que se ha eliminado.
2) El toro júbilo.
Se celebra en noviembre en las calles de Medinaceli, en Soria. Tradición del siglo XVI. El toro es atado por los cuernos para inmovilizarlo y encajarle así en la cabeza unos artilugios metálicos con grandes bolas de material inflamable. Para los ecologistas, el animal sufre graves quemaduras y un gran estrés. Los defensores de esta fiesta alegan en cambio que al astado se le da una crema de barro para que no sufra quemaduras y que se ha eliminado la tradición de matar al toro tras el encierro nocturno que realiza con sus cuernos envueltos en llamas. Los ‘toros de fuego’ también son muy populares en Valencia, donde más de 140 municipios los incluyen en sus festejos. En ellos se sacrifican unos 1.200 astados cada año.
3) Toros enmaromados.
También conocidos como toros ensogados. Las reses son sujetadas por la cabeza para atarles los cuernos. Luego son arrastrados por las calles. Las sogas producen grandes traumatismos en la cepa del cuerno y profundos desgarros en los músculos del cuello.
Estos festejos son típicos en media España: Aragón, Navarra, La Rioja, Andalucía, Valencia y, sobre todo, en Castilla y León. El más famoso es el de Benavente, en Zamora, entre el 9 y el 14 de junio.
4) Toro de San Juan.
Se celebra entre el 23 y el 28 de junio en Coria (Cáceres). El toro es soltado por el recinto amurallado de la ciudad y, como si fuese una diana, se le lanzan soplillos (gruesos alfileres) que se clavan en su piel. Después se le dispara un tiro. Esta fiesta, que data del siglo XVI, está declarada bien de interés turístico. Tradiciones que han dejado de serlo.
Fuente http://www.deminorias.com/noticia.php?ID=19042