

Cuenta la leyenda, que durante el reinado del rey JuanII, en la capital de España…
El rey Juan II, aunque tildado de homosexual, pobre de carácter y fácilmente influenciable, fue muy bien recibido por el pueblo de Madrid.
Se le obsequió con un osezno y su domador, que fueron instalados en el Campo del Moro. El adiestrador amaestró al animal violentamente.
Una noche, el oso se escapó de su jaula y al día siguiente desapareció su domador. En las noches de luna llena los centinelas contaban que se oían pisadas, gruñidos y gritos humanos.
Algunos afirmaron haber visto entre los árboles las sombras de un animal y una persona que huía de sus garras. Esta leyenda cobró fuerza con el paso de los años.
Fuente: www.elmundo.es